lunes, septiembre 10, 2012

La foto a contraluz

Abrí la puerta de su auto y me senté en el asiento del copiloto. Esquivando sus labios le di un beso suave en la mejilla. Era sábado, aproximadamente las ocho de la noche, hacía frío. Él manejaba mientras yo me perdía entre la gente que caminaba afuera, observándolas tras la luna a medio abrir. Cuando el semáforo daba la luz roja, él soltaba el timón y me acariciaba la mano. Entonces nuestros dedos se entrelazaban de forma inevitable. Con turbulencia intensidad, aferrándose, como si no existiera nada más, como si ese fuera el último acto de nuestras vidas.

Yo estaba molesta con él por todo. Eran muchas cosas las que me pasaban por la cabeza. Había renunciado a la maestría en Brasil por él. Por no alejarme más. Pero sentía que no valoraba ese sacrificio genuino que yo había hecho. Nunca hablamos de eso, ni siquiera me lo agradeció. No es que yo esperara que él me bese los pies (aunque la idea no me desagradaba) pero sí esperaba algo más que: "Es tu decisión. Igual siempre puedes irte el otro año."

Él manejaba puteando a todo el mundo: conductores, peatones, semáforos. Era la primera vez, en cinco años, que lo escuchaba putear. Era la primera vez que me sentía vulnerable a su lado. Había momentos en los que deseaba gritarle lo que me pasaba y la forma en cómo me hacía sentir. No era solo lo del viaje a Brasil, era el acto de no haberme llamado luego del accidente, de no responder ni uno de mis mensajes, de no despedirse de mí antes de su último viaje. Él lograba empequeñecerme moralmente, no sé si era una venganza inconsciente o tal vez deliberada. De cualquier manera, a veces sentía que merecía lo que me estaba pasando.

Paramos en un fast food para comer algo. Yo ordené jugo de naranja y él, hamburguesas. Cuando terminamos y estábamos a punto de irnos, le pedí que me dejara manejar unas cuadras. Al principio no quiso porque sabía que no manejaba de noche pero finalmente accedió, pienso que no quería verme insistir o tal vez solo quería complacerme para lograr sentirse mejor. Subí, tomé el volante con ambas manos y empecé el recorrido. No hablamos nada. Yo solo podía pensar en lo que me estaba pasando. Por ahí logre escuchar que me comentaba cosas, pero no le presté atención. Hasta que escuché la palabra "viaje" y me sobresalté. Cogí con una sola mano el volante y le pedí que me repitiera. Dijo que el otro mes se iba a Canadá a estudiar una maestría, que ya estaba casi todo listo, que volvería en ocho meses y que estaba emocionado. La poca delicadeza que tuvo al comunicarme la noticia me encegueció. Apreté con fuerza el volante mientras sentía que mi odio hacia él iba aumentando así como la velocidad con la que manejaba el auto. Una cosa estaba clara: lo odiaba. Y no lo odiaba de ahora, lo que había pasado era solo una confirmación de mi odio. Podía estar segura de eso. Una gran parte de mí se había llenado de rencor. Ya no sentía ese amor puro e incondicional hacia él.

De regreso a mi casa, puse el cd de Lady Antebelum, subí todo el volumen del equipo y manejé con una sola mano, la misma que me había entrelazado minutos antes. Ahora ese parecía ser el último acto de nuestras vidas. Me sostuvo la mirada por unos segundos y luego me perdí entre las gotas de lluvia que empezaban a caer en la ventana.

6 comentarios:

  1. YSITA me parece genial tu historia esta super!!! soy tu fan numero one!!! siempre te sigo a todos lados, tengo tus fotos tus videos tu face TODO!
    Nunca dejes de escribir eres lo maximo, sin ti las historias no serian las mismas, me divierten muchisimo eres genial NENA! BESOS!!!

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  2. Me gusta lo que escribes y además eres bien linda.

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  3. Sabes que siempre me gustaron tus escritos?

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